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Tres mujeres hablan de su incursión en el intento de Nombrar el dolor

*En el marco del ELIA, presiden charla Teresa Díaz del Guante, María Isabel Cruz y Lizeth Norzagaray

Culiacán, Sin.- Atravesar como artistas estos lugares de dolor, como son el drama de los desaparecidos o de la injusticia social en que viven los jornaleros agrícolas, no es posible sin compañía; hemos entendido al fin que vamos juntas o vamos juntas, expresaron este miércoles las dramaturgas Teresa Díaz del Guante y Lizeth Norzagaray, en la charla Nombrar el dolor, en la que participó además María Isabel Cruz Bernal, líder del colectivo de búsqueda Sabuesos Guerreras.

Lo anterior, en la jornada final del Encuentro de Literatura Inés Arredondo, organizado por el Instituto Sinaloense de Cultura en el marco del festival Cultural Sinaloa y el cual en Culiacán tuvo como sede el Centro de Literatura (CELIT) del Centro Cultural Genaro Estrada.

Díaz del Guante, dramaturga autora de obras teatrales como Ensayos para tomar café, Sabueso, Mi abuelo, la serie de dramas Aroma, sobre los desaparecidos, y títulos como Sabueso y Desaparecer, dijo que hay una frase que dice que la dramaturgia será feminista o no será, y eso aplica bien para el momento que está bien el teatro en el país, y en Sinaloa.

Y es que, dijo, hay un despunte muy grande de mujeres dramaturgas, que escriben y han hecho propuestas desde un lugar en el que nunca los dramaturgos se han podido situar, simplemente porque la perspectiva femenina no estaba presente, y hablar desde allí ha hecho que en los últimos años las mujeres de teatro empecemos a trabajar en colectivo.

Comentó que su proyecto Aroma nació de su decisión de ir a buscar a las Sabuesos Guerreras, a Ahome, lo que la llevó a iniciar un trabajo creativo entre personas con las que encuentra cobijo y se siente entre pares, y que, como mujeres, tenemos esta capacidad como de jalar, de acompañar, como lo hicieron ellas cuando montó la obra Sabuesos.

Creo que toda mi propuesta como artista está vinculada al trabajo con mujeres y cuando vives el proceso de este tipo de creación, aunque no hay en mi familia ni un desaparecido cercano, el convivir con ellas te hace crear comunidad y te acompañan como artista. “Yo creo que mi mamá me dio la vida, pero Isabel me la sacudió”, dijo.

A su vez, María Isabel Cruz, con un hijo desaparecido, habló de varios casos que le han tocado vivir con jóvenes muy jóvenes que quieren ser punteros o sicarios como si fueran destinados para ello, y se preguntó hasta dónde estamos llegando como sociedad, cómo vamos a ayudar a sensibilizar para que esta violencia se termine estando las cosas en el nivel que están.

Habló de su relación con las dos dramaturgas y de su experiencia como líder de Sabuesos guerreras: “a mí me ha costado liderar un grupo sin saber hacerlo, perotuve que aprender, y para mí ellas son mi familia y peleo por ellas y lo mío lo dejo al final, que no sufran la revictimización de parte de las autoridades, ni que otras mujeres les digan que por algo se los llevaron; todo eso me ha costado mucho trabajo.

Dijo que es muy importante el acorpamiento, entender que todas nos necesitamos y que vamos para el mismo lado, que no estamos buscando nada para uno; debemos dejar de tener celo hacia la otra compañera, porque se divide el colectivo y necesitamos entender que el estar juntas es lo que nos hace más fuertes; nosotros lo hemos entendido como comunidad; y es que solo, vas más lejos, pero no haces lo mismo.

Lizeth Norzagaray, autora de piezas teatrales (Ventanas desaparecidas, Si no estamos perdidos, Del campo, Semáforo nocturno, La feliz más infeliz) que hablan sobre la vida en los campos agrícolas o con el tema de los punteros, dijo que “siempre supe lo que es escribir desde lo que uno ve, y escribo siempre desde el miedo; me da miedo el mundo, que le pase algo a mi familia, el miedo siempre me ha hecho tener la careta de coraje, y mis obras siempre hablan desde el rencor y la injusticia”.

“Crecí en un campo agrícola, viví once años allí y conozco el contexto, por eso cuando me decidí a hablar de eso temía mucho que me iban a tachar de activista, pero yo no tengo fuerza para ser una luchadora social, pero yo viví ese contexto, y puedo hablar de eso, porque mucha gente no conoce de lo que allí se vive; conozco muchos punteros, cercanos a la familia y también quiero hablar de ellos, y creo que hay un camino que les trazaron y que no siempre tienen la culpa”.

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