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Sorprende Danza Joven con Descensor Vol. 2, para atisbar al alma humana

* Presenta una pieza del colombiano Vladimir Rodríguez, con la que incomoda, conmueve y deja huella

Culiacán, Sin.- Con una pieza coreográfica que “no pretende ofrecer respuestas sino más bien, es una provocación”, la Compañía Danza Joven de Sinaloa participó en el Festival Cultural Sinaloa 2025, en el Teatro Pablo de Villavicencio, donde presentó la obra coreográfica “Descensor Vol. 2”, una pieza que combina la danza contemporánea con el teatro físico.

Una alegoría entre el ascensor que nos sube a pisos superiores o en este caso, un Descensor que nos lleva a explorar estados mentales que, como seres humanos, nos pueden bajar a los infiernos del alma humana.

Bajo la dirección de Vladimir Rodríguez director de la compañía colombiana Cortosinesis, la pieza se realiza en colaboración con Edylin Zatarain y Carlos Zamora, codirectores de la Danza Joven de Sinaloa, compañía adscrita al Instituto Sinaloense de Cultura e integrada por docentes de la Escuela Superior de Música del ISIC.

Para este montaje, la producción estuvo a cargo de Grupo del Rincón y del Instituto Sinaloense de Cultura con apoyo de Fisioterapia Bugarín, y participaron siete artistas en escena:  Edylin Zatarain, Mario Edén Cazares, Alondra Alvarado, Melissa Alfaro, Bryant Gaytán, César Álvarez Yee y Carlos Zamora, con la edición musical a cargo de Vladimir Rodríguez, y diseño de iluminación de Carlos Zamora.

A lo largo de casi una hora, los danzantes hacen una invitación a mirar de frente esas partes de nosotros mismos que surgen cuando creemos que nadie nos ve y es una pieza que, a la vez, incomoda, conmueve y deja una huella por su crudeza honesta y necesaria.

Un viaje al abismo íntimo “Descensor Vol. 2” es una poderosa propuesta de danza contemporánea que se atreve a mirar hacia donde muchos prefieren no voltear: las profundidades del alma humana, ese territorio invisible donde habitan nuestros deseos más oscuros, nuestros impulsos más crudos y verdaderos.

Constituye además una exploración intensa del ser cuando nadie observa, cuando las máscaras sociales se desvanecen y solo queda lo auténtico, lo primitivo, lo que usualmente se esconde.

Desde los primeros movimientos, y a través de numerosos recursos técnicos, los cuerpos se transforman en un canal expresivo de contradicción: tensión y liberación, placer y culpa, represión y estallido, con secuencias físicas que lejos de buscar la belleza, procuran la verdad corporal, la que surge desde dentro, en un espacio que va de lo real y lo psicológico en una ambientación remarcada por los claroscuros que nos ponen en un umbral hacia lo prohibido.

 

Fotos: Guillermo Martínez

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