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¡De fiesta, Culiacán con Los Apson, en la plazuela Obregón!

*La agrupación sonorense hizo bailar y cantar a cientos de culichis de todas las edades al son de El Barba Azul y Fue en un café y muchas más

Culiacán, Sin.- Rompiendo con todas las expectativas, en una tarde noche de jubilosa fiesta que Culiacán ya se merecía, los legendarios Apson dieron un multitudinario concierto y baile al aire libre en la Plazuela Obregón, en el corazón de nuestra ciudad, donde cantaron todos sus éxitos durante poco más de dos horas ante un publico de todas las edades que no dejó de corearlos y aplaudirlos.

Invitados por el Instituto Sinaloense de Cultura dentro de su programa Ecos del Festival, complementario del reciente Festival Cultural Sinaloa 2024, al que no pudieron asistir, los de Agua Prieta, Sonora, abrieron con una versión del tema country Red River Valley, en la que predominó el sonido del saxofón, para despertar el entusiasmo de la raza con una de sus más añoradas, De hoy en ocho.

Liderados por uno de los fundadores, José Luis Lichi García, en el saxofón, la nueva generación de Los Apson continuó la velada y de inmediato puso a bailar y a cantar a la multitud con éxitos como Por eso estamos como estamos, Y la quiero, Cuando era un jovencito, coreada por la multitud entre los muchos bailadores al frente pero también desde las butacas y en los corredores de la plazuela y aún más allá, entre la clientela de los bares del portal de La Lonja y en los cercanos cafés.

Con un saludo a sus seguidores, chavorrucos lo mismo que chamacos y chavitas a quienes se les pegaron estas canciones cantadas por sus padres o abuelos, continuaron con Popeye, y, en una nueva ronda y entre gritos de Viva Sonora de aquí para allá y de Viva Culiacán de allá para acá, el programa siguió con otra de sus clásicas-¿cuál no lo es?-, Solo un sueño, además de Las quinceañeras,  y evocaron a Polo Sánchez, el segundo y efímero vocalista de Los Apson, de Bachigualato, de quien cantaron El último beso.

Y, entre evocaciones sobre el nacimiento del grupo que marcó toda una era en los 60 y parte de los 70 en México, cantaron otra de las suyas, la muy aplaudida y coreada Atrás de la raya, seguida de Mejor me voy con el insistente sonido de los saxofones, y El claxon.

Los coros nunca cesaron y a veces ponían el micrófono al público para amplificarlos, ni tampoco cesaron las peticiones del público desde todas partes(¡Fue en un cafeeé!, la más requerida), cantaron A veces lloro, Qué más puedo hacer, Sueña dulce nena, y en un palomazo con Alfonso Rey Dragón, vocalista de Los Moustros del Espacio Exterior, de Culiacán y con quienes iban a compartir escenario el pasado 27 de octubre, cantaron El cartero.

Y la fiesta siguió incontenible, mágica, inacabable con más de sus clásicas: Fuiste a Acapulco, La miedosa, No hay amor y un tema que le gustaba a su fundador Arturo Durazo, Una oportunidad, con el saxofón de Lichi al hilo. A alguien se le ocurrió pedir Anoche me enamoré, escrita en un billete de 200 pesos, y la cantaron seguidos de un formidable coro del público.

Luego El marcianito Bzz, bzz, y, ya para despedirse la multitud, la muy solicitada Fue en un café, que además de los coros, el público acompañó con las luces de sus celulares encendidas para cantarla a coro: “¡Oh, yo no sé, qué voy a hacer; su ausencia me mata y yo no puedo volver!”

Aun así, se empezaron a despedir con Aleluya y para cerrar el bailongo, cantaron Becho becho, pero aun concedieron el Upudú, para cerrar con otra memorable, El Barba azul, con la que confirmaron que en Culiacán se halla el coro más formidable de cuantos han tenido.

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