* Ofreció una charla sobre el personaje de Laurence Sterne en el Casino de la Cultura
Culiacán, Sin.- Al comentar la novela La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy, del escritor irlandés Laurence Sterne (1713-1768), el poeta Víctor Luna comentó que “es la novela más importante de la literatura occidental, equiparable a Don Quijote de La Mancha, y agregó además que “Tristram Shandy, el caballero de la alegre figura, es un personaje quijotesco debido a los infortunios que padece a lo largo de la novela”.
Lo anterior lo expresó en la conferencia Tristram Shandy, que dictó en la Sala de Usos Múltiples del Casino de la Cultura, en el marco del programa El Ala de la Gaviota, del Instituto Sinaloense de Cultura.
Publicada en 1759 en Inglaterra, es una de las novelas más exitosas y escandalosas del siglo 18, que apareció en nueve pequeños volúmenes entre diciembre de 1759 y enero de 1767, cuando Laurence Sterne estaba agonizando; su éxito fue inmediato, tanto que en 1800 ya se había reeditado 13 veces y se había traducido al francés y al alemán y, aunque no igualó el éxito descomunal del Quijote en sus diez primeros años de publicado, su éxito editorial logró una fama duradera a pesar de que no es una obra de fácil lectura”.
Agregó que Laurence Sterne se sitúa así en la línea de Jonathan Swift y escribe como heredero de Rabelais, también reconocido como su maestro en el arte de la novela. En una primera lectura atenta, el lector familiarizado con la obra de Rabelais, reconocerán en Sterne elementos que lo relacionan con la novela Gargantúa y Pantagruel, con citas de autores inventados, libros inexistentes y la exhibición de una erudición humanística respetable, pero ante todo es humor que combina lo exotérico con lo esotérico”.
Dijo que el personaje más interesante de cuantos pueblan la novela, es el párroco Yorick, el alter ego preferido de Sterne, con una genealogía eminentemente literaria, pues proviene directamente del Yorik de Shakespeare y, por su descripción, forma de actuar y cabalgadura, de Alonso Quijano, que devino en Don Quijote.
Ciertos críticos confunden y creen ver en Tristram Shandy un trasunto, un muñeco de ventrílocuo de Sterne para expresar sus opiniones, su epistemología sobre las cosas y los asuntos del mundo y del conocimiento humano. Puede ser que, en un principio, en el plan primitivo de la obra, esto fuera así, pero Sterne da una vuelta de tuerca a la novela y bota a su personaje con una libertad de criterio maravillosa, porque convence al lector y logra que este suspenda su incredulidad.