* “Hay libros que ayudan a enriquecer el camino por el que uno transita”, dijo en la Sala de Formación Lectora del ISIC
Culiacán, Sin.- “Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne, fue el primer libro serio que yo leí, por entonces en el barrio, en la Col Pop, antes leía puro cómics, que comprábamos uno y lo leíamos todos los de la palomilla, y novelas de vaqueros de Marcial Lafuente”, expresó el escritor Élmer Mendoza Valenzuela, sobre su primer encuentro con la literatura.
Lo anterior, al presidir la charla La maravillosa historia de cómo los libros cambiaron mi vida, dentro del programa Los lectores cuentan, en la Sala de Formación Lectora del Centro Cultural Genaro Estrada, que organiza cada semana la Dirección de Bibliotecas y Salas de Lectura del Instituto Sinaloense de Cultura, que en este caso marcó el inicio de la celebración del 30 aniversario del programa Nacional Salas de Lectura.
El autor dijo que el libro se lo prestó una muchacha que trabajaba en la Unidad del DIF en El Vallado, a donde iba con su clica a jugar basquetbol y llegó a un cuarto donde había muchos libros, y donde miró uno de Bernardo J. Gastélum y no le gustó, y esa muchacha le prestó el de Julio Verne.
“N’ombre, leí el primer capítulo y fue como una epifanía, un descubrimiento, nada que ver con el libro de vaqueros, aunque tiene el mismo esquema, y yo creo que toda la gente tiene derecho a ese descubrimiento. porque después como promotor de lectura, partimos de la tesis de que hay libros que nos dan revelaciones que tienen que ver con nuestras vidas, y eso fue para mí ese primer libro”.
En su charla, en la que comentó su encuentro con la lectura en sus años mozos en la Colonia Popular de Culiacán, trabajó en varios oficios donde lo acababan corriendo aconsejándole que debía aspirar a otras cosas, lo mismo que le decían sus maestros en la secundaria, en la prepa.
“Algunas revelaciones en nuestras vidas tienen que ver con nuestras vidas cotidianas, pero hay libros que te ayudan a enriquecer el camino por el que uno transita, y eso es a la edad que sea, como promotor de lectura inicié a gentesmayores que yo, que nunca habían leído, y para quienes fue un gran impacto leer su primer libro, y eso hicimos mucho en Salas de Lectura, en esta institución”.
Comentó que lo que se hace en Sinaloa para promover la lectura, es un trabajo muy arduo, de mucho amor, de mucho querer que se ocupen de sus vidas, pero que tengan acceso a esta riqueza, y es una cosa maravillosa.
“A partir de un instrumento que está al alcance de todos, pero que no todos lo utilizan, solo los libros pueden moldear, modificar una vida, y crear la fuerza suficiente para decir “Yo no me voy a quedar en la Col Pop”, agregó.
Tras narrar diversas anécdotas de su vida como estudiante de Electrónica en la Ciudad de México, y de su encuentro con más autores y sus obras, mientras le llegaban los momentos de definir qué hacer con su vida, y se preguntó:
“¿Qué hubiera sido si no hubiera sido lector? Hubiera sido yesero o pondría mosaicos, o tal vez agricultor como mis abuelos maternos, pero detrás de una buena vida siempre hay libros, y creo que siempre hay libros que son la marca en la vida de uno, en mi caso, Veinte mil leguas de viaje submarino”.
A pregunta expresa, sobre su vocación de escritor, dijo que si alguien quiere ser escritor, que lea obra maestras, y puede empezar con los clásicos del siglo 19, no tiene que empezar por el Quijote; todas las del siglo 19 son una escuela; la francesa y la rusa son las mejores, y algunas americanas, Alan Poe entre ellos, así como la literatura americana del siglo 20 que es muy potente, muy buena, ahí están los escritores clave, como William Faulkner, pero hay muchos; los alemanes no los dejen de lado, Tomas Mann, etcétera.
“Cada lectura es un sistema de escritura, y el escritor que no lee, está condenado a repetir, hay que estar al día, y también hay que leer a los contemporáneos, entre quienes suele haber buenos hallazgos”.
Élmer Mendoza nació en Culiacán en 1949 y es catedrático en la Universidad Autónoma de Sinaloa, miembro del Sistema Nacional de Creadores y de la Academia Mexicana de la Lengua e imparte numerosos cursos en talleres de lectura para niños y padres, así como en talleres de escritura para novelistas. Es autor de las novelas Un asesino solitario (1999), El amante de Janis Joplin, Efecto Tequila, Cóbraselo caro, Balas de plata y otras, traducidas a 12 idiomas, el más reciente, al búlgaro.