*Este domingo, segunda función del programa “Ravel sueña, Dvorak recuerda”, penúltimo concierto de la Temporada de Primavera 2025
Culiacán, Sin.- Para quienes adoran las joyas de la música clásica, lejos del show o el estruendo de las novedades, sin duda el programa Ravel sueña, Dvorak recuerda, con selectas obras de dos de los más grandes compositores de todos los tiempos, constituyó un remanso de agua fresca en el verano o una bocanada de aire cálido, a cargo de la Orquesta Sinfónica Sinaloa de las Artes.
Bajo la magistral dirección del maestro Enrique Diemecke como director invitado quien, en una segunda visita a Culiacán en este año, como suele hacer antes de iniciar cada concierto, “abrió la ventana” de su alma para que se desperdigara la música hacia todos los espíritus, en el penúltimo programa de la Temporada de Primavera 2025, con una segunda función este domingo 22 a las 12:30 horas, en el Teatro Pablo de Villavicencio, con entrada libre.
El programa constó de dos únicas piezas, pero qué piezas: La suite Mamá la Oca, del compositor francés Maurice Ravel (1875-1937), que es ciertamente un ensueño con ambientes de cuentos de hadas, y la Sinfonía No. 7, de Antonín Dvorak (República Checa, 1841-1904), en que este recuerda y recrea los aires populares de acordeón de su natal Bohemia.
Mamá la Oca (“Ma mère l’Oye”, en francés) de Ravel, está inspirada en cinco cuentos de hadas, de Charles Perrault y la Condesa d’Aulnoy, y a lo largo de cinco movimientos se representan los cuentos para niños basados en el folclor popular, La Bella Durmiente, Pulgarcito, Laideronnette, Emperatriz de las Pagodas, Conversaciones de la Bella y la Bestia y El Jardín Encantado.
La versión original para piano, fue estrenada hacia 1910, y la orquestal, en 1912, en París, y para disfrutar, basta cerrar los ojos y perderse en ese mar de sonidos que crean ambientes de fantasía, en el estilo netamente expresionista del gran compositor, y al final supo cosechar los aplausos del respetable.
Siguió, tras el intermedio con la Sinfonía No. 7, de Dvorak, estrenada en 1885 en Londres, y es la primera obra en la que Dvorak reafirma el naciente patriotismo checo, cuando su país estaba anexado al imperio austriaco y la independencia era apenas un sueño.
Previamente, el maestro Diemecke dio una explicación sobre el por qué esta Sinfonía durante mucho tiempo fue la segunda, y fue renumerada tras encontrarse póstumamente cinco sinfonías más, y consta de cuatro movimientos, en los cuales se encuentran referencias a la música de Bohemia, su tierra, con los ritmos que allí se bailaban y evocaciones orquestales del sonido de acordeón típico de esa región. Pero, además, se caracteriza por tener cierto dramatismo y aires sombríos que evocan cuestiones más profundas.